lunes, 23 de octubre de 2017

la economía que nos venden....


la economía que nos venden....
El problema básico de la economía es tratar de satisfacer las necesidades con los recursos escasos que existen. Cualquiera que haya estado en un curso elemental de economía no debería olvidar esto y mucho menos deberían hacerlo, aquellos que tienen a esta disciplina como su actividad principal.
La economía tiene como objetivo satisfacer las necesidades de las personas, es decir, los seres humanos son el fin último de la economía. Por eso cuando escuchamos economistas que pierden la perspectiva y priorizan los datos macroeconómicos, las utilidades de las empresas o una supuesta libre competencia, por dar solo tres ejemplos, podemos estar seguros que no entendieron para qué sirve lo que estudiaron.
Satisfacer las necesidades de las personas con los escasos recursos existentes supone, inventariar y priorizar las necesidades para adoptar acciones que satisfagan las más prioritarias al mayor número de personas posible. Sin embargo, hay economistas que tienen claro las necesidades pero hacen una jerarquización de prioridades que beneficia a personas que ya tienen su necesidades básicas solventadas; y por el contrario, perjudican a aquellas que requieren solventarlas de manera imperiosa.
Por ejemplo, argumentan que es necesario beneficiar a los sectores que crean empleos en lugar de a aquellos que no tienen para suplir las necesidades de alimentación, vestido y habitación. El argumento es que por medio de un empleo las personas tendrán la posibilidad de satisfacer sus necesidades y por eso consideran que el dinero tendría que darse a los creadores de empleo.
Cualquier persona medianamente inteligente sabe que este tipo de argumento es falaz y presenta un enunciado tramposo aunque persuasivo. En primer lugar, no siempre los crean empleos lo hacen, puede ser que no lo hagan o utilicen el dinero para otros intereses. En segundo lugar, mientras se crean los empleos, las personas que no tienen sus necesidades básicas satisfechas corren el riesgo de morir y entonces el problema económico básico quedaría solucionado por la extinción de la necesidad en razón de la muerte del sujeto.
Desgraciadamente, la priorización de las necesidades que van a ser satisfechas deja de ser un problema económico en sentido técnico y se convierte en un problema político. Usualmente son las personas o grupos con mayor poder político quienes terminan estableciendo el orden que tendrán las necesidades a satisfacer y las acciones que se realizarán para hacerlo.
En 1998 cuando estalló la crisis financiera por la especulación y el fraude por medio de las hipotecas basura, la mayoría de los gobiernos de los países occidentales no tuvieron ningún resquemor en destinar dinero público para evitar la quiebra de muchos banqueros que se embolsaron varios miles de millones de dólares con ese negocio corrupto. Sin embargo, cuando la crisis es supuestamente propiciada por la aplicación de instrumentos de política social, entonces ahí la posibilidad de un rescate es cuestionado por estos y otros grupos, procurando aprovechar la ocasión para reducir o eliminar las conquistas conseguidas por los grupos menos favorecidos.
Veamos ejemplos contrastantes. ¿Se han rebajado o eliminado las primas que reciben los banqueros por los supuestos buenos resultados de su gestión? No hay que ir muy largo para darnos cuenta que ello no ha acontecido a pesar de la crisis de 1998 y del subsidio que los gobiernos otorgaron al sector financiero. No obstante, estos grupos están de primeros solicitando que se rebajen los salarios, las pensiones y cualquier tipo de subsidio a los sectores más necesitados; abogan porque se invierta menos en las instituciones que brindan salud y educación pública, para favorecer los intereses de grupos que se dedican a este tipo de actividades.
Bien mirado, el problema económico ya ha sido respondido hace mucho tiempo y cualquier persona que se haya acercado a esta disciplina debería tener clara por qué vía ha de ir su solución. Ello nos debería permitir comprender que el problema no es económico sino político, en otras palabras, su solución se establece con base en la lucha de poder que se da a lo interno de la sociedad por parte de los diferentes grupos.
Los banqueros, los exportadores e importadores, los profesionales que son empleados de transnacionales, así como los sectores intermedios que son sus proveedores y otros actores más, seguirán abogando porque sus intereses y prioridades se satisfagan primero, sin importar lo que le suceda a los grupos menos favorecidos o a las instituciones que propician la movilidad social.
Las personas que no entiendan esta realidad corren el peligro de seguir observando cómo la brecha social y la inequidad se acentúa dramáticamente. Infelizmente el condicionamiento ideológico al que son sometidos los sectores menos favorecidos es tan avasallador que, en no pocas ocasiones, estos sectores atentan contra ellos mismos y se manifiestan a favor de políticas que lejos de beneficiarlos, les genera un perjuicio de carácter estructural.
Para que nos entendamos, los problemas macroeconómicos que muchos economistas lejos de explicar, enredan, finalmente, se resuelven en la lucha de poder que se establece entre los diferentes grupos de la sociedad. La economía debe servir para satisfacer las necesidades de las personas y no para propiciar el enriquecimiento de poco a costa de los demás; sin embargo, para entender esto es necesario que los ciudadanos dejen de persuadirse por los argumentos de autoridad de los mismos economistas que, un día sí y otro también, aparecen en los medios de comunicación con el mismo sesgo ideológico de siempre.
¡Sapere aude! decía Immanuel Kant en su famoso texto titulado: ¿Qué es la ilustración? Allí de manera sencilla pero profunda, expresaba: ¡Ten valor para servirte de tu propio entendimiento!
(*) Andi Mirom es Filósofo
columnapoliedrica.blogspot.com


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